Adelante se ve algo pacífico. Algo calmo, algo sin perturbaciones, donde el pasado deja el conocimiento que nos permitirá o no repetir las experiencias, para bien o para mal, para mejor o peor. Generalmente no repetimos las malas, a menos que uno sea una clase de masoquista.
Superar el dolor, superar las expectativas que una vez te figuraste como el futuro no será más que la imaginación del momento.
Podemos creer que hay heridas que nunca cierran. Algún día cicatrizarán, a menos que se trate de una hemofilia en un hombre. Puede ser una condena, como el mito de Sísifo.
El llanto, los recuerdos y los arrepentimientos no sirven de nada cuando ya el daño está hecho. La herida está abierta y debe curar.
Esperemos que sea pronto.
*
Antes de ayer me caí en Barranquilla. Sentí punzadas en el pecho como puñaladas. Creí que nunca se me iba a pasar. El médico me lo había advertido. No lo ignoré, sólo que no lo vi venir. Sentí que me caía, e intentaba ser fuerte hablando porquerías en la calle, una muchacha trataba de ayudarme, yo sólo le gritaba obscenidades y le decía que no me ayudara, no quería caer, y, entre las obscenidades, recuerdo que grité el nombre de ella.
Me desmayé, pero llegué. Estoy jodido. Siento vergüenza.
Ayer, el sólo imaginarme las cosas que me dijiste me produjeron un dolor distinto. Un dolor que se lleva adentro, que te detiene el corazón para no sufrir más. Casi caigo nuevamente.
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No sé si pueda olvidar todo lo que me dijiste. Espero que algún día sí. Porque soy estúpido y aún me imagino contigo.
lunes, 13 de mayo de 2013
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