sábado, 6 de agosto de 2011

A mi amigo Alberto

En realidad, no se llama así "Alberto" a secas. Es Luís Alberto. De hecho, no recuerdo con exactitud sus apellidos completos; Dominguez es el primero, no recuerdo el segundo. Mi ingratitud llega hasta esos niveles: de no conocer siquiera lo mínimo de la otra persona. Y bueno, Alberto y yo nos conocimos hace cerca de catorce años. No sé exactamente hace cuántos, pero de venir de la infancia, es uno de las amistades que más he mantenido. Lo quiero mucho, y creo que nunca lo he valorado lo suficiente. Estoy seguro que si se pusiera a leer ésto, pensaría que soy un marica empalagoso, pero bueno, cuando lo vea, se lo mostraré.

Alberto es uno de mis amigos más fieles, y que siempre ha estado allí para cuando lo he necesitado. Todo lo contrario a mí: no es sino llamarlo para que él organice sus cosas y aparezca. Nunca llama. Siempre somos nosotros quiénes lo requerimos. Siempre está ahí. A diferencia mía, que, de un momento a otro, la gente pierde conocimiento de mi existencia.

Alberto es algo raro, pero no niego lo difícil que sea "ser normal", porque incluso yo soy uno de los más considerados "raro", y no voy a ahondar en eso ahora. Alberto es raro por sus teorías y su forma de actuar: aquél día tuvimos una discusión sobre la existencia del dichoso "Pedrito dice"; intenté explicarle por todos los medios que se trataba de una broma, en donde la misma persona escribía las preguntas y las respuestas, que yo tuve el bendito juego, que es más viejo que el Internet mismo, y él que no, que no era un juego, que era algún virus, que era algún programa maldito, que el espíritu de un niño se había transmutado en el computador para comunicarse con nosotros, que jugaba con el inconsciente, etc. No intenté convencerlo sobre ello y no sé por qué me acordé de Los Simpsons, cuando Homero afirma la imposibilidad de ser la misma persona Bruno Díaz y Batman, ya que casualmente, el correo electrónico de Alberto dice Homero por algún lado, si mal no recuerdo. Del mismo modo sale él haciendo sonidos y gestos extraños, como si se encontrara en una guerra, pero no, está jugando a Dragon Ball. Tal como lo hacíamos a los 12.

Entró primero a la Armada, como Infante Bachiller, a prestar el servicio militar, por los dos años que legalmente son requeridos. Allí, estuvo en Malambo, Barranquilla y otros municipios que no recuerdo, en el departamento del Atlántico. Cumplía como operador radial. De allá, ocasionalmente me llamaba y me contaba que tenía mucho tiempo libre y me preguntaba igualmente por los demás. Me contaba lo solo que andaba en esas tierras y lo que le hacía falta su casa, y, sobre la idea de seguir la carrera militar, ya fuera en el Ejército o en la Infantería de Marina.

Un día regresó Alberto con su libreta militar de primera clase, realizando todas las diligencias para entrar al Ejército como soldado profesional. Y así fue. Al cabo de un tiempo, estaba recorriendo las selvas, bosques y montañas del país, en distintos departamentos. En la Sierra Nevada de Santa Marta, estuvo un tiempo, donde me contaba sobre el frío que pasaban en la preparación y lo duro de los entrenamientos; la eliminación de cultivos ilícitos, donde se producía de las mejores cocas del mundo, y que, al mascarla, como veía a los mamo kogui, no sólo dormía toda la cavidad bucal en una refrescante sensación, sino que te animaba a seguir arrancando matas, activado por una fuerza mística, electrizante. No había necesidad de aspirarla. Se sentía en el ambiente, entraba por la piel y por todo aquello que separara tu interior del exterior volviéndote uno con la planta. A las tribus aborígenes no se las quitaban, sino a los migrantes de las montañas que buscaban zonas solitarias, donde el Estado no existía, para enrriquecerse; estaba era el Estado de los hermanos mayores tayronas, a quien también le quitaban de a poco su tierra. Me hubiera gustado ver ese paisaje por sus relatos; había café, yuca, maíz, fríjol, marihuana, plátano, coca. La Sierra es un sistema ecológico y social muy complejo. En donde conviven los colonos, el ejército, las misiones religiosas, los paramilitares y la guerrilla; teniendo como mayores perjudicados a las tribus y pueblos que quedan allí. Alberto allí no estuvo por mucho. Me hablaba de la misma manera de los animales que allí se veían, que el oso de anteojos, que el puma, el jaguar; son intocables por ley, cuenta. Y creo que por respeto, le agregué.

En el Caquetá, en la Serranía de la Macarena fue donde estuvo por mayor tiempo. Los desembarques en helicópteros, recibir provisiones de los C-130, caminar entre 5 y 30 Kms al día era cosa regular. Las caminatas y las pernoctadas dependían de las condiciones climáticas y del terreno. Todas iniciaban temprano en la mañana, con un cocinero encargado del desayuno donde el sol no penetraba siquiera por los árboles que luchaban entre ellos por asomarse a recibirlo. Cuando hacían los caminos con machetes ligeramente más pequeños que los corrientes, y transitar, tenían que ser más rápidos que la naturaleza: ella, literalmente, retomaba su lugar frente a sus ojos. Las noches podían ser muy frías, llegando hasta los 0º, también calientes y húmedas, a 30 ºC. Me comentaba la alegría que le causaba encontrar un claro, sentir la frescura de la brisa que dejaban circular los árboles y el sol que se asomaba por entre las nubes. Luego de estar metido por días en las sombras del monte, a merced de cualquier enfermedad, donde la leishmaniasis, el dengue, la malaria y la fiebre amarilla reinan: dejarse picar de algún mosquito, tocar algún gusano, rana o cualquier otra alimaña podría atrasar la misión, y no sólo eso, sino hacerte perder la vida en un instante, ya que son selvas donde constamente se descubren especies de insectos y reptiles. Y, no todo lo que brilla es oro, relata, porque era en los claros donde había que cuidarse más de la guerrilla, cuya actitud siempre estaba orientada a las emboscadas, y al ataque y huída, puesto que le tocó comprobar lo que era estar en un combate real cuando el ruído de las balas y las ráfagas de ametralladoras los sorprendieron para aplicar lo aprendido. No fue lo único a lo que tuvo que enfrentarse, sino también al socorro de un cabo, quien recibió tres disparos en la espalda, y su traslado al campamento provisional. Aunque fueron pocos los combates, con ninguna baja, muchos los laboratorios destruídos y algunos pares de caletas con armas encontradas, Alberto, poco a poco se cansaba; juntando una suma de dinero de la que no podía hacer uso en el monte, caminando por las selvas y bosques de la Macarena, caminando por las selvas del Chocó, donde llueve casi todos los días, y el océano Pacífico se junta con los mangles y el resto no es sino selva y selva, la mosquitera es grande, y ni él mismo se explica cómo fue que llegó de escolta diplomático a Ciudad de Panamá, e hizo trasbordo hasta Coveñas en la isla de San Andrés, deseando conocer más por el tiempo, el trabajo hacía que fueran como gitanos, y sin notarlo, había estado en medio país, recorriéndolo a pie, viendo animales como un jaguar, en su versión mutada: una pantera, a escasos metros del batallón, que no sabía sino caminar y estar alerta a todo, se trata del dominio de la paranoia, de la que no se dejó contagiar, y a principios de éste año, Alberto, mi amigo, pidió la baja en el ejército, después de tres años al servicio de una causa infinita.

Alberto simplemente se aburrió de esa vida, de esos contrastes y ese maltrato humano, y regresó con nosotros, aunque no se arrepiente de nada: "con la maricada conocí bastante, y la cantidad de lugares por los que estuve...". Y menos mal que nos regresó sano y salvo, sin conocer los horrores a los que ha podido acceder con la maricada, o por lo menos con su conciencia tranquila, supongo. Cada semana, o cada mes que nos vemos le pregunto si no piensa volver y siempre me da una respuesta distinta, explicándome el motivo de su baja: que mucha vida hijueputa, que aburre estar viendo las mismas caras, que las peleas, que la zozobra de cualquier ataque, que el frío, que el calor. Simplemente, no era lo suyo, y, sea lo que sea, es respetable.

Alberto nunca me ha quedado mal, y probablemente sea por eso que contradictoriamente nunca se lo haya reconocido. Porque hace las cosas, como deben ser. Siempre ha sido mi alcahueta sin cuestionamiento alguno se presta para todo, aunque a veces se oponga. Es mi tipo de amigo ideal, creo. Desde que me iba para su casa a cocinar pudín de chocolate y cubanitos, a los 14 años, y él llegaba a la mía para que lo ayudase con ciertas tareas en Excel, siempre ha estado allí. También cuando en vez de ir para el colegio, me iba para su casa, volándome por la ventana de su cuarto y lo convencía para que no fuera a clases en la tarde, ya que su jornada era así; o cuando nos apropiamos de una casa que encontramos abandonada en el 2002, cortando el monte y denominándola Angelo's Paradise, nombre que se mantendría, y lugar donde ocurriría cualquier especie de acción viciosa; o en una encrucijada faldera, donde me escuchó descargar mis frustaciones por cerca de dos horas; igual cuando él se metió con una mujer casada y que hoy día está embarazada, al parecer de su esposo (¿o Alberto?); también cuando lo convidé a trotar cerca de 10 kms, y le contaba sobre mis aspiraciones de subir diariamente los 300 mts sobre el nivel del mar en donde se encuentra Turbaco, para entrenar con él en algún gimnasio y él escuchaba mis aspiraciones con esa paciencia de "me gustaría ver que lo hicieras". Tal vez lo haga, beuno, algún día. Y ahora, reciente, en donde le dije que lo apreciaba por todo y que era uno de mis amigos más fieles, en un lote, donde lo convidé, sin remuneración alguna, a que me ayudara simplemente a nivelar un terreno, con lo que implica ello, es decir, tumbar un par de árboles con hacha y machete; él responde "menos mal que no estás borracho, maricón". Quién sabe qué habrá querido decir con eso.

Estoy seguro que él me estima bastante, igual, y es fiel, de manera incondicional. Él conoce bastante gente, pero como yo, no es de muchos amigos. Una parte de él, sabe que puede contar conmigo también, a pesar de lo ingrato que soy, y que, a pesar de lo mucho que me gusta mamar gallo, molestar, no ha funcionado en mi concepción, llamarlo por alguno de sus 10 mil sobrenombres. No encuentro aún las palabras de agradecimiento. Aunque, raro, sí es.

sábado, 19 de marzo de 2011

(e...) I

Mi amiga Diana Marcela me invitó el miércoles pasado a un conversatorio sobre homosexualismo y religión (es), al que no pude asistir por cumplir otros compromisos. No obstante, me hubiera gustado ir y escuchar algunas de las opiniones humanas en tiempos de la ausencia de Dios, sobre ciertas disidencias o prácticas sexuales. Me hubiera gustado mucho ir y escuchar lo que los humanos dirían a eso, al ser un tema polémico estoy casi seguro que el debate estuvo muy acalorado. Es el tipo de eventos que pese a lo que a uno le cuenten, a favor o en contra, no cambiará el lamento de no haber participado, ese sentimiento voyeurista que alimenta pero no sacia los apetitos y placeres de una curiosidad que sufre de desnutrición eterna, como la mía; el ejemplo del gato -quien murió a causa de ella- enseña a ser precavido, mas no inquieto, la necesidad de conocer es un hábito que raya con las malas costumbres o mañas. Quién sabe de eso, a decir verdad. No importa. Estoy bien así. Sin embargo, Diana trabaja en un colectivo en donde disertan sobre las tendencias sexuales y la afirmación de las comunidades LGBT en nuestra -amurallada de prejuicios y anacronismos, ciudad. Ignoro por completo si ella hace parte de dicho estamento, legalmente hablando, pero es una persona muy especial que he aprendido a querer (se deja querer) no sólo porque es indlugente conmigo y mis irresponsabilidades, groserías o cosas de alguien muy fresco o desententido de los asuntos cordiales y protocolarios, sino por su forma de ser: muy dulce y agradable, que a pesar de mi ingratitud como amigo (no me recomiendo: me pierdo), siempre está pendiente de lo mínimo, todo lo contrario a mí, es muy atenta. Empero tantos antagonismos, tenemos algo en común: a ambos nos gustan los Estudios Sociales o Culturales, aunque el último término sea más problemático, le llaman mucho la atención a ella, a mí no tanto, los Estudios de Género, es lo que trabaja en la universidad y en el colectivo con el cual está en asocio. En la tarde, preguntándole sobre el conversatorio, antes de asistir a la Liga de Atletismo de Bolívar, para cumplir con una cita que nunca se dió, se cayó la conexión, pero me pareció leer algo sobre LGBTI. Quise estar seguro si lo de la "I" al final de las iniciales era cierto, considerando mi desconfianza en mis ojos y su pobre vista, por lo que qusie confirmarlo con otros recursos académicos que tenía a la mano, y sí, Diana tenía razón; cuando compré El Teso y leí las siglas corregidas: LGBTI, allí estaba esa misteriosa I. El diario no decía nada, salvo nombrar un desfile de orgullo LGBTI en Brasil, y una cantidad de muertos que alimentan otro tipo de morbo que no me llama la atención, y, al respecto, son más las imágenes que la información alusiva (en oraciones coherentes, qué se yo) o descriptiva de los hechos. Aún así, no pude encontrar el significado de la I, y con tantos nombres y definiciones que no aprenderé ni siquiera en 150 años, perdería mi tiempo adivinando o deduciendo, porque se me dió por pensar en los nombres que saldrían diariamente para prácticas o preferencias sexuales de acuerdo a las investigaciones o estudios sociológicos.

Apenas eran las 5 de la tarde [y puedes volarte éste aburrido e insípido párrafo, que nada tiene que ver con los otros] y mientras convertía a El Teso en algo más útil, como sombreros para el sol, bolas de papel para llamar la atención de alguien sin gritar, esperaba al grupo de personas con las que había quedado de encontrarme en el estadio de atletismo. Nunca llegaron, pero acordé con otras, así que no perdí la ida. Nunca dejaron de pasarme por la cabeza aseveraciones o ideas al azar de lo que podía significar la "I" mientras intentaba resignarme a investigar en otro momento, pero inconscientemente estaba la lluvia de tonterías relacionadas con la I que no voy a nombrar por cuestiones de ánimo. Así que maté el tiempo viendo a los atletas correr, saltar y hacer otras actividades; pero, no pude quedarme sentado y comencé a caminar las instalaciones: el campo Marte, la corredera de salto, las vallas, las gradas, el gimnasio, las oficinas... Hasta que descubrí dos muchachas besándose debajo de un colchón donde caían luego del salto con garrocha. No había notado que la mayoría de los atletas presentes esa tarde eran mujeres, jóvenes, por lo que me disculpé con la vergüenza del que no se sobresalta, y me devolví a seguir mi propio recorrido. Volvió a invadir mi cabeza la pregunta por la I, y al cabo de 4 ó 5 pasos, la ignoré nuevamente, porque lo único que me sorprendió fue no preguntarme por cantidades o cifras ambiciosas e inútiles, como el porcentaje de grama saludable en el campo Marte en contraste con la seca, el porcentaje de la población entre los 15 y 18 años, femenina y masculina con inclinaciones homosexuales o bisexuales, etcétera. A veces pienso que debí estudiar estadística, para darme cuenta que es imposible hacer un registro de todo lo existente en el Universo, o contabilidad. Pérdidas de instantes, espacios, o lo que es lo mismo, tiempo. Fenomología del desgaste o aburrimiento.

Ya en la madrugada, tomando el mismo camino que pasa por ésta casa, en el mismo e idéntico carro de Nando -y sus putas- que siempre me ha traído, veo a la izquierda una mujer, a la entrada de un bar, que se estremece a unos cinco metros, cayendo, o intentando no hacerlo, sin garbo alguno, impulsada por una fuerza exterior que inmovilizó a todos los que estaban allí -como a ella-, hombres en su mayoría, mientras el guardafango de una, de las dos camionetas de alto cilindraje que allí estaban, le servía de ayuda para evitar la caída provocada por uno de los hombres allí presente (el novio quizá, demostrándole su salvaje afecto) que le había dado tremenda cachetada. Un silencio de suspenso se apoderó unos cuantos segundos de la escena congelada a favor del ¿qué debemos hacer? Aproveché para analizar numéricamente la situación, y mientras ella era una, de las 4 mujeres que habían en la puerta, otros 12 tipos están inmóviles, ahí, en las afueras del negocio. Inmóviles, inexpresivos en esos segundos que parecían minutos que transcurrían cuadro a cuadro: eternos. Hasta que irrumpió en aquél silencio papal el agresor -a quien le detallé también un revólver en la pretina del pantalón, cerrando la puerta de la misma camioneta donde la muchacha buscaba apoyo. Así que el hombrecito comenzó a decirle en un tono de voz muy alto, que a lo mejor, llegaba a oírse a unos 100 metros de distancia, tal vez, yo sólo estaba a unos 5 y podía hasta sentirle el aliento a mierda y ron enguayabado de dos días, en tanto que la mujer seguía paralizada en la posición que quedó, no cayó, y el resto de los allí presentes: hacerse los de la vista gorda y no meterse siguiendo el sabio dicho que reza: "en peleas de marido y mujer, que nadie se meta", al menos que alguien se encuentre en un verdadero peligro de muerte, no de injurias, heridas sangrantes, entre otros resultados. Todos siguieron lo que estaban haciendo, incluso yo, seguí mi camino, pero advirtiendo el revolver, en serio pensé que la mataría, llevándose a otros, a lo mejor, por delante, pero no quería suponer más nada, en el momento, en tanto que él le gritaba: "¡que no voy a comer nada!, ¡ni una verga!, ¡qué perro ni qué hijueputa!, ¡no me jodas más, que yo sólo voy a mear, como un hombre, como un varón!, ¡déjame en paz!". Durante aquellas aclaraciones, exigencias y demandas del muchacho, miraba a todos lados, a lo mejor, a sus amigos, quienes intentaron mirar incómodamente hacia otro lado, y, como yo, otro tipo, pero desconocido que siguió su camino, como si nada hubiera pasado, como si una vida no hubiera estado a punto de perderse.

Ahora yo me pregunto: ¿es esa la mujer que debe defenderse? ¿Es esa la mujer amparada en la constitución política? ¿Es un humano, u otra categoría, a saber, mujer? Me hice el de la vista gorda, por obvias y deshumanizantes razones, como hicieron los demás, ¿incómodos? Nunca lo sabremos. Tal vez sí, tal vez no.

En mi afán, 5 metros después, por acelerar en el carro de nando sentí que se me estallaron unas vejigas en los pies (por las putas, yo creo), ya saben, esas bolas (...) Inevitablemente me acordé de un dicho que tiene mi abuela donde reafirma su seguridad: "¿bueno, y de cuándo acá yo he necesita'o de vejigas pa' caminá?". Ni yo, ni ella. Pero me queda en duda si acaso el hombrecito aquél sí necesitaría de esas bolas para andar. A lo mejor era lo que preguntaba con la mirada a sus compinches, luego de acariciar a la otra muchacha con tanta intensidad que le rompió el labio y casi la tumba: las ganas que tenía amarla, posiblemente. Y, ¿por qué no? Ella de ser amada.


De todo hay.

Sí. De todo hay. Y así, cuando llegué a la casa encontré además que la "I" se refiere a Interesexual, esto es, la condición de presentar simultáneamente características fenotípicas de ambos géneros, en mayor o menor grado, las cuales, también son variables de acuerdo al individuo. Hermafrodito/a. Pero entonces aparecen aquellos que intentan llevarlo a un plano más abstracto y no se limitan a las diferencias físicas, es decir, ambigüedad sexual no genética, ¿pero no serían entonces bisexuales? No, ¿o sí? Se consideran a sí mismos en fase (¿perpetua?) experimental frente a los géneros. No obstante, están igualmente los "raros" o "queers", (Dios, ¿cuántos son?), que pueden ser afeminados, masculinizados, todo va en el interés y fin último del sujeto en cuestión, que pueden ser homosexuales o pueden no serlo. Pero nos estamos saltando a las feministas radicales que, como Christine Alder afirman que inclusive el modo cómo están organizadas las siglas, el macho intenta sobreponerse a la hembra, expresando sus ínfulas de dominio patriarcal, apoyado en una mayor fuerza muscular, blablabla. Otros dicen que se organicen las siglas de acuerdo a los que se fueron organizando en razón a su orientación, atracción o identidad, en otras palabras, los que más asociados y organizados tengan. Ah, pero empleamos los términos atracción e identidad, los cuales, generan otro debate igualmente sobre los que sienten atracción mas no identificación con el sexo opuesto, y viceversa, y así aparecen los transgéneros, que no quieren ser llamados transexuales ni travesti, por lo que se le debe agregar otra T a las siglas. Todos reclamando igualdad de derechos como los heteresoxuales, entre otras cosas a las que accedemos "ciudadanos de primera", con una ciudadanía de "primera" muy dudosa (...), porque así es en este país y en otros del hemisferio occidental: los otros ciudadanos que se jodan. Todos contra todos. Todos contra todos en su propio interior organizacional. Como los pansexuales, que no se adhieren a ninguna exclusividad de género, sino que "consideran al ser por su estética particular, sus propios cánones...", los éticos de las relaciones poligámicas que se hacen llamar "poliamorosos", poliamorosos heterosexuales, poliamorosos bisexuales, omnisexuales (que se comen de todo y con todos), asexuales (que se niegan)... Todos son humanos, en suma, pero no todos tienen los mismos derechos y sea como sea, trabajan por una visibilidad, aclarando sus preferencias y/o identidades dentro de ciertas defniniciones; pero ¿saben una cosa? Sinceramente, pienso que todas esas definiciones lo complican más, además de hacer muy ambiguos algunos conceptos, aunque sean necesarias las clarificaciones, para métodos prácticos no veo muy útil una bandera con todas esas letras, ya miren por donde vamos LGBTTTTPIPAOP o algo así, y creo que me volé algunos. Vayamos al absurdo: imagínense que definamos los gustos sexuales intentando una generalización de acuerdo a sus orientaciones, así, por ejemplo, a un tipo heterosexual, que le gusta agredir a las mujeres (sea cual sea su orientación), y le gusta a veces experimentar con animales, pero sólo oral, y le gusta mantener relaciones abiertas con mujeres (que también prefieren a los tipos de esa calaña, y con otras parafilias, como el sadomasoquismo y la coprofagia), sería llamado algo así como heterozoopanoral violento, o igual una tipa con atracciones similares. Y así, una clasificación taxosexuanómica de la especie humana, que a lo mejor podría exigir representación ¿quién quita? Ya hay algunos que se sienten minorías, se han pasado para el otro equipo, el LGB... etcétera (ustedes me entendieron). Mientras que otros se han organizado a favor de la pederastia, trayendo a colación diálogos platónicos como El Banquete o del Amor, como también el de Menón y así, elementos argumentativos con más de dos mil años de antigüedad. Es, todos contra todos al parecer.

Cuando se fue la noche, no Mónica, me di cuenta que me habían llegado mensajes de felicitación por el día internacional del hombre, por Lesbos, digo, por Dios, ¿qué hemos hecho para que les gusten tanto las cachetadas? Es lo que pienso apenas media hora después de haber llegado a casa. A mí que me saquen de ese género, no comparto ciertas opiniones. Prefiero ser A., no por mi nombre, ni tampoco esa especie de sociopatía que automargina, aceptándola un poquito (bueno, asocial también), sino por asexual, creo que me va mejor ahí, así escapo de ciertos géneros y (re/de)construcciones sociales que son los dos que se limitan a aceptar. Me niego a encasillarme en esas identidades, pese a mi orientación. Aunque pensé de momento en intersexual, por lo que dicen de estar experimentando, no sé, al parecer son actividades lúdicas, pero no me siento atraído por hombres, y mucho menos por mujeres que poseen un cromosoma Y extra por ahí. Así que me quedo en mis esporádicas ataraxias, y explorando placeres, entre el voyeurismo cognoscitivo y los elementos que la realidad nos da.

P. D.:¿Será el fin del tema de la "I"?
Para mí sí. Llegué a considerarla una mala calificación del sistema educativo en primaria. La cual, significa: Insuficiente. Los que sacábamos ésta nota con cierta frecuencia, teníamos que cambiarle el sentido para distraernos mientras sonaba el timbre para ir a jugar béisbol, bate de tapita o microfútbol, entre otros juegos improvisados, así que era I para Inteligente, Idiota, Imbécil, Ilustrado, Iluminado, Ilegal, etcétera. Me quedo con la A, que también en primaria era una nota muy frecuente, como R, es decir "Aceptable" ó "Regular". Eran lo mismo esas dos.

P. D.: Creo que hay guerra de sexos a las 3 de la tarde por Venevisión, es una duda: ¿Aceptarán ellos que se integren los 14 adicionales? Es broma, lo de los 14 :)

jueves, 10 de marzo de 2011

Feliz día de (¿qué?)... Misog... qué??? Yo?

Hace un par de días se celebró el día internacional de la mujer, y para ser sincero, no veo mucho que celebrar, porque, a decir verdad, ser mujer, ehm... no digamos que es algo jodido, sino más bien algo difícil.

Veía mujeres (más hombres) mientras caminaba con flores. Aún no entiendo por qué las regalan. Llámenme estúpido emocional, ciego (lo soy, algo, lo acepto) o lo que sea, pero el día que comprenda qué significan, las regalaré con mucho placer. No comprendo todavía porqué debo quitarle la felicidad y la posibilidad a una abeja de alimentarse y trabajar para su colmena, como la posibilidad de reproducirse de la planta en cuestión, para regalarla, simplemente por hacerlo, a una mujer.

-Ah, es que tú eres un misógino! Estás pillado! Maricón!

No, no lo soy. Si lo fuera, no me gustaran tanto. Así que para qué vamos a perder tiempo discutiendo ese enfoque.

A decir verdad, lo que no me gusta es el papel de muchas mujeres hoy en día que se automarginan, solo por el hecho de serlo.

Yo soy un poco automarginal, porque me gusta, porque el transporte público no funciona, el internet reemplaza muchas facciones de la realidad que ahorran tiempo y porque se requiere mucho tiempo solo para terminar las cosas que tengo por hacer, o tengo pendientes. Me distraigo fácilmente. Qué se yo al final... Disfruto mucho de la soledad (maldito egoísta, jajajajaja).

Pero a ver, ¿qué podrían celebrar las mujeres en un día como el martes? Hablo del contexto occidental, o más bien, deporaquíoacá. Los cambios han sido muchos, digamos, desde la colonia. Ya pueden votar, pueden trabajar y pueden casarse y divorciarse cuantas veces quieran, y si tienen hijos, siempre tienen las de ganar; todo bajo el amparo de la ley. Sí, son más o menos libres al lado de los hombres, con ciertos privilegios, pero de lo que no son libres son de los prejuicios e imaginarios culturales. Sea cual sea la sociedad de la que venga (esto sí es casi que universal, y afortunadamente no es un trabajo en el que tengo que hacer 10 mil citas bibliográficas para escribir de lo obvio en unos minutos), son relativos los juicios y por lo general, al intentar hacer las cosas que los hombres realizan, llevan las de perder. No hablo de roles siquiera, sino de "trabajos de hombres". Con mucho respeto me parece estúpido que en pleno siglo XXI la gente se sorprenda, tanto en Cartagena como en Fort Lauderdale ver mujeres policías, bomberos, infantes de marina, soldados, empresarias y demás cosas "fuera de la casa". Hablo por experiencia propia, no porque hace seis años, en una manifestación provocada por algún imbécil con ganas de joder (algún día comentaré sobre eso y le pondré vínculo), haya sido perseguido por 4 ó 5 mujeres policías, no por mi gracia, sino por antimotines o ESMAD (otro día subiré fotos de la golpiza que me llevé), sino porque fue para los días de marzo, y porque siempre en los primeros días de marzo comienzan con especiales y documentales sobre lo mismo y lo mismo. Véanlo ustedes mismos a través del cable.

Pueden darnos paleras, pueden amarnos mucho, pueden hacer lo mismo que nosotros, pero ¿es solo en teoría o en la práctica igual? Aunque tengan la libertad de hacerlo, ¿acaso son libres de los prejuicios sociales?

Yo sigo creyendo que no. Y de tanto pensar en las mujeres y sus situaciones, quise hacer el ejercicio de ponerme en su lugar, y aunque sería una mujer horrible, ya que ni de travesti ayudaría, terminé soñando que era una de ellas, o de ustedes, razón por la cual me levanté a escribir ahorita, a las 3 de la mañana.

Legalmente, no son del todo libres. Digo, si a una mujer y a su pareja se les olvida o se hacen los idiotas con la planificación o la anticoncepción, ¿podrían tener la decisión de llevar un parásito por nueve meses (en el mejor de los casos) en su útero? La respuesta, para Colombia, y muchos países latinos y algunos estados norteamericanos es un NO. Te la metes, te la tragas, te la aguantas y ahora recordarás esa decisión por el resto de tu vida. Lo sé, es horrible, y, dado el caso esa mujer ya no tenga vínculo alguno con el padre (o en su defecto, no sepa quién es), o peor, éste huya, puede que lo lamente. Entonces, el hijo es un bastardo. Genial. Pero si se vuelve puta (cobra) es un hijo de puta, que no es lo mismo que hijueputa. Sea lo que sea, debe sentirse orgulloso de ser lo que es. Más si proviene de una puta, porque es el trabajo más antiguo del mundo, y su madre será solo una más de la tradición putística universal.

Aunque el engendro de Satanás sea a veces una excusa para salir de sus hogares a corta y adolescente edad, se debe es a la falta de oportunidades de reconocimiento al interior de sus hogares, me parece, como también ausencia de un futuro promisorio. Es al menos lo que he presenciado en algunos arrabales de ésta prostituta ciudad. Algo como "me fui porque salí preñá y estaba aburría en mi casa de mis papás que pasaban peleando", "a mi me violó mi padrastro", y otras razones que, además de bizarras son repetitivas generacionalmente, y tienen rasgos o características comunes, destacables entre tantas niñas preñadas o situaciones afines.

En lo militar, no pueden ascender a grandes puestos (¿qué pensarán nuestros enemigos de un ejército comandado por una mujer?). Y eso sí que es raro, en un país donde el 52% de la población (obvia y notoria mayoría) lo conforman mujeres de verdad. ¿Ustedes mismas se están condenando? ¿Por Dios, qué pasó con ustedes? ¿Qué les hicieron? ¿Qué se hicieron?

Lo de mujeres de "verdad" es, incluso, polémico. Porque ¿cuáles son esas verdaderas? ¿Cuáles son entonces las "falsas"? Bah, no nos pongamos filosóficos ahora con eso, pero me voy a referir a esas que se levantan a construir ésta país, o a deconstruirlo. Quién sabe a decir verdad. Si me preguntan a mí, lo que diré es que lo único que me hace diferenciar a un hombre de una mujer son sus factores biológicos, ya saben, gónadas, glándulas, etc. El resto es construcción social. Hagan lo que se les venga en gana. Pero, si me vuelven a preguntar que cómo las concibo, diré lo mismo. A lo mejor sea por eso que me llaman "seco", raro en esta región, porque las trato por igual, ni siquiera diferencio de si son hombres o mujeres, salvo en el gusto, eso sí es algo completamente distinto. Sería desquiciado desconocer que no me atraigan, como me gustan, y que eso influya en cómo tratarlas, y que si pasa conmigo, tiene que pasar con muchos, pero bueno, creo que a veces soy como asexual, jaja, o a veces hay momentos así. Supongo que seguiré así hasta que muera el animal haya muerto, como diría Borges.

Soy conocido por nada, a veces se equivoca de nombre el celaduerme y me llama por Víctor, Antonio, Angel, Manuel, son algunos de los nombres que me da este tipo, y otros. Pero yo tampoco me conozco del todo, y estoy seguro de pocas cosas sobre mí, y una de ellas es que por ser como soy, imparcial frente a los géneros (por esto mismo, descortés, desentendido, vulgar, y otros apelativos), decidí que el martes sería un poco más amable con las mujeres, sólo por ese día, por hacer el experimento. Pensando que habrían algunas conchudas que se querían hacer las vivas y aprovecharse del día, recordaría cada momento para escribirlo aquí. Así que como buen martes hábil, me levanté a las 5 de la mañana, hice mi desayuno, molesté a mi papá, y me fui a coger el bus a la esquina con tremendo sol de 7 AM. Había la misma cantidad de mujeres en la esquina esperando el bus, donde por lo general duraría una hora y media para absurda e infinta distancia al Centro, unos 11 kilómetros según Google Earth. 11 kilómetros apretado, de pie, sudando en ese bus, recorriendo la misma y maldita, diez mil veces maldita vía en la que he perdido miles de horas de mi vida encapsulado y enlatado, por la que se montan en promedio 9 vendedores, y con suerte, algún cantante, y otro ratero. El bus del martes estaba como nunca, atestado de gente, mujeres que se siguen montando al bus sin importarle el espacio o el tiempo, que es lo mismo, y la barriga de los tantos meses de embarazo que lleven: algún o alguna infeliz les cederá el puesto, es lo que piensan en verdad, o sino, como el del martes, no se cansarán de quejarse ya que en todos los puestos hay ancianas y qué casualidad, preñadas y paridas con anticristos en los brazos (disculpen por tantas referencias y nombres bíblicos, pero me está gustando la parte del apocalipsis). El ayudante del conductor embarca a una que tiene como 3 niños. Es una locura. Ni lo creo y mucho menos comprendo. El panorama es deprimente. Pero como yo me había propuesto no hacer mala cara a nada, ni distraerme con música que recordaba en mi mente y tarareando en el mismo lugar, mientras que deseaba sólo llegar, me encargué de los dos niños: iba de pie y los cargué todo el camino. Ni siquiera me dió las gracias por lo que tuve que aguantarme: dos criaturas que ni siquiera eran mías o presentaban parecido alguno a mí, que no hacían más que llorar y patalear como el resto de niños que gritaba en el bus. No me molesta que no me agradezca. Creo que es lo mínimo que por solidaridad podría hacer uno por otro en dicha condición, me explico: cómo agradecer lo obvio, o lo natural (?), no era mi trabajo, pero sí mi responsabilidad como pasajero o ciudadano. No soy hijueputa. A veces quizás. Cuando llegué al Centro, quise sentarme en una banca para descansar mi rodilla, pero apareció otra mujer (una muchacha) y con una sonrisa, le cedí la banca ya que me había estado viendo como ternero degollado. Pensé "bien, no es la única de la ciudad, debe haber otra cerca, aquí en el parque", y al no haber, me fui a la universidad, donde el profesor casi que no me deja entrar por cinco minutos de retraso y apareció otra compañera, a la media hora, a quien dejó entrar felizmente, solo por ser mujer. Era su día ¿Discriminación positiva? No. Nunca he comprendido esa indulgencia. Así fue todo el día.

A ver, sigo con esto. Muchos decimos a los 15 ó 17: "si fuera mujer, sería una perra descontrolada, ya me los habría comido a todos y habría conseguido muchas cosas con mi culo". Hoy está de moda. Mujeres, pueden serlo. Sobre todo si tu material de trabajo es tu cuerpo, que tienes que mejorar, Hay cirugías degradantes para todo. Te pones tetas (creas una telenovela del monotema colombiano), culo (para parecer costeña), te quitas esas grasas que ganaste comiendo morcilla y demás alimentos que tu cuerpo almacena para la posteridad (pero que nunca utilizarás) y que con tanto gusto devoraste pero que ahora detestas, y ya está. Mitad silicona y mitad humana. Más o menos es así. Otras dicen que está malo ser perra. Que desean mantenerse vírgenes hasta el matrimonio (¿es en serio?, porque ya reconstruyen el himen) ya que si no lo son, perderán su valor concentrado en la castidad que garantiza un pequeño tejido que intenta mantener a la vagina aislada, no a sus sentimientos. Imagínense, ¿qué dirán nuestras amistades? Y una mujer vale es por lo que mantiene entre sus piernas. Excelente.

Lo otro es el sangrado. Es como magia o la electricidad para mí. Funcionan casi igual: no comprendo cómo alguien puede seguir con vida luego de tener esas incontenibles hemorragias ¿No existe un switch? Lo peor es que puede ser motivo de burlas ¿Cómo puede traer burlas un manchado que ni siquiera controlas? Eso nunca me causó risa en el colegio el "mira a la otra, está como manchada, se cagó o algo jaja, se le olvidó la regla"¿Cómo puede olvidársele a alguien la menarquia?

Por último son las discriminaciones. No tienes que ir otro país, o asistir a conferencias para darte cuenta de ello. Digo conferencia, porque el año pasado llegó una negra que podía ser cualquier otra de aquí, de Palenque o Cartagena, Barranquilla o Marialabaja; así, que le pregunté por un salón donde se iba a llevar a cabo una charla, "¿excuse me?" me respondió. Claro, yo le hablaba en un castellano goppiao o costeñol. No hubo mucho que hablar, creí que era sanandresana y resultó siendo canadiense y la persona que daría la ponencia a la cual también yo asistiría. Habló de feminismo y racismo, traducido por mi oido, creo que quiso decir lo siguiente en uno de sus comentarios: "(...) no fue fácil para mí trabajar en Estados Unidos: al llevar mis CVs (hojas de vida) a las vacantes de empleo, y por mi nombre que es raro [no me acuerdo cómo era], con tantos títulos y diplomas; al momento de seleccionarme y asistir a las entrevistas de trabajo, no pensaban que se trataba de una mujer y mucho menos, negra. Así que fue un poco difícil, hasta que me interesó un trabajo en una universidad y le di mi testimonio al director de recursos humanos: mire, a mí interesa trabajar aquí, siempre me llamó la atención, pero comprenda, ya llevo mucho tiempo aquí en los Estados Unidos y yo no vivo aquí, soy canadiense, y no he conseguido un empleo, que, con mi hoja de vida se adecúe a mi interés, y si usted va a hacer que pierda el tiempo aquí, le pido por favor que lo reconsidere. No ha sido fácil y me estoy gastando mis ahorros en esta aventura. No ha sido fácil tampoco porque soy mujer, para aumentar una doble discriminación, soy negra, y no tan joven. Tampoco le estoy rogando. Solo que no me haga perder el tiempo si se va a dar con rodeos (...) Fue de los primeros trabajos como maestra tuve en una prestigiosa universidad de los Estados Unidos. Quería conocer ese medio. Salir y trabajar fuera de Canadá por un tiempo". No sólo pasa allá, en toda Norteamérica (Canadá y EEUU), y el primer mundo en general. Acá, donde el 80% de la población cartagenera es afrodescendiente, igual. Así que ¿de qué independencia de pensamiento hablamos? ¿Cuántos títulos y diplomas requiere una mujer para entrar al mercado laboral? ¿Son más si es separada, negra, parida, cabeza de hogar, madre soltera, piensa distinto, tiene otra religión, discapacitada, o vieja?

Como adición tenemos a las mujeres como posesión. Recordemos que la ley mosaica castiga si deseas la mujer del prójimo, más no castiga a la misma que desea al varón de su congénere. Aunque si a ella le gustan las mujeres, sí entraría dentro de esa categoría. Sino, entonces estaríamos de acuerdo con algo que dijo Borges respecto a la inexistencia de ese décimo primer pecado. Aunque el que yo conozco es "no dar papaya". Así que sería como el décimo segundo, quizás. Pero no está registrado ni en la torá ni en el Nuevo Testamento. Además, que más adúltera que María Magdalena, quizá no hubo como esa ramera (y no lo digo yo). O promiscuo como el Rey Salomón, que tuvo 300 esposas oficiales y más de 700 cocubinas, sin derecho a emanciparse. O tal vez María, la del Túnel, la novela de Ernesto Sábato, hubiera sobrevivido a la muerte causada por los celos de Juan Pablo Castel, si por aquellos días se hablara de poliamor. Es un neologismo apenas. Y yo, no hubiera sacado un 3 en tal aseveración para mi clase de castellano en el colegio, hace más de 10 años.

Son solo mis opiniones o concepciones personales. Nada más. De mi ser no se mueven, pero ojalá sí muevan a alguien, y no ésto aquí, sino una trabajo serio que vengo realizando, con referencias y tal, jaja. Aunque tengan que ver con otras vainas raras, como el día de los niños, el día del amor y la amistad (que debe ser todos los días), los cumpleaños y cosas así. Sin decir lo raro que un hombre pelee por y para las mujeres, jajajajaja.