sábado, 3 de febrero de 2007

Olaya, 13 de Junio, Pozón, Centro

Esa era la ruta que recorría el bus que en junio de 1993 me atropelló, dejándome en coma por 3 días, una semana aburrida en cuidados intensivos del Hospital Universitario de Cartagena (hoy reabierto y reestructuración: Hospital Universitario del Caribe) y 3 más en una habitación normal, para el gran total de un mes entonces. A decir verdad, las cifras no me las sé con fidelidad, porque hasta el sol de esta mañana, han pasado casi 14 años desde aquél día. El viejo mío tampoco se las sabe porque es de mala memoria (esa vaina como que es de familia) así que quienes pueden darme los datos veraces, con horas, minutos y segundos, son la vieja mía y mi abuela o mi tía, algunos de mis tíos de pronto, porque mi hermano nacería en diciembre de ese mismo año.

Cuentan las leyendas (porque no me acuerdo de nada previo al despertar en la camilla) que un día, en la casa-finca de mis abuelos, me encontraba yo jugando en los palos (árboles) de ciruela y mango, cuando de repente aparece uno de mis amigos más cercanos en ese entonces: Johnatan, de quién no gustaban mucho en la casa por tratarse de alguien unos pares de años mayor que yo y por el rumor de su homosexualidad, bueno, todos los demás le pasaban mamando gallo por eso y mi abuelo le veía ciertas "caídas" según le escuchaba hablar a mi abuela. A mí no me importaba si Johnatan era marica o no, todavía poco me importa, pero en ese tiempo no entendía el término, así que imagínense a un niño como yo preguntando por esos días: "Johnatan, verdá que tú ere' hormo, homro, hornosersual, hormosexual, hornosensual?". Nunca me contestaba o se echaba a reír y me trataba de corregir, pero ajá, me imaginaba que era algo como una religión o algo así como de otra raza. Continuando con las leyendas, éste llegó donde yo estaba con Harold y Jaider (ya, no sé escribir esos nombres árabes), creo que el Jaider no estaba ahí según la historia, pero bueno, estábamos comiendo ciruelas y viendo para armar la casita (de ésto trataré de hacer un Bonus Track algún día) o el secuestro de muñecas (generalmente, a las que les faltaban un ojo o no tenían ropa, eran las más propensas por ser las más queridas por las niñas por aquella época), cuando mi abuelo ha llamado a Johnatán y éste va, y, según una corriente, éste me dijo a mí "acompáñame hey", y según otra corriente legendaria yo me le dui atrás para ver qué quería mi abuelo, ambas concuerdan en que Harold dijo "ñerda, ya está el viejo Víctor jodiendo, Johnatan, ves rápido pa' ve después qué hacemo". Cuando llegamos donde mi abuelo, éste le pidió el favor a Johnatan, que le fuera a comprar un paquete de cigarrillos al frente de la casa, cruzando la carretera, donde la vieja Norma, pero que antes llegara donde el Toto, cruzando otra calle, para que viera si Ricardo, un tío, andaba por allá, porque había que hacer no sé qué cosa con unas morrocollas, otras fuentes dicen que se trataba era del armadillo, pero otras de unos palos de tamarindo. No afectan mucho estos pequeños detalles en el resto de la historia porque no cambiaron de forma determinante el destino, pero ajá, para decir algo más :D

El Toto era el papá de Johnatan, una persona bastante cálida y amable, era como otro abuelo en ese entonces, se la pasaba siempre haciendo algo y enseñándole algo a los hijos, era un retirado de la Armada. El otro viejo, no tan bonachón, mi abuelo, no quería que yo fuera con Johnatan a hacer el mandao, pero yo seguí insistiendo hasta que mi abuelo por fin cedió de mala gana, bajo la condición que Johnatan me cruzara llevado de la mano.

Salímos de la casa agarrados de mano porque Johnatan estaba asustado por el genio de mi abuelo, yo me quería soltar pero no podía, las diferencias de edades tuvieron su presencia ahí. Según las variadas versiones, yo saltaba como un mico para soltarme y andaba amenazando de pelea a Harold y Jaider que me andaban vacilando por andar "agarraíto" de la mano con el otro, yo le decía "hornosexual suelta hombe, pareces marica, pilas que quiero cogé ciruelas y clavarme a los otros hornosexuales", todos se reían con mis comentarios, así como lo estoy haciendo yo ahora mismo al leer lo que escribo y acordarme de cómo me relataban las leyendas del incidente que conmovió al barrio. cuando me pude soltar del "hornosexual" del Johnatan, me puse a analizar las patinetas de balineras del Javier, Liliana y Kelly. Bajarían la pendiente de la calle que entraba al barrio, como siempre, pero ese era mi deporte favorito, seguido de montar bicicleta y kickball, después seguían otros como bate 'e tapita, béisbol y bolita-uñita. Por lo que me contaron, la Manguera 'e bombero (sobre nombre de Liliana por lo que era flaca) me echó de por ahí porque no gustaba de mí, Javier tampoco porque siempre les traía problemas con Raymundo, un tío que siempre estaba en todos lados y se daba cuenta de las sinvergüenzuras de la patineta, más en la casa por la cantidad de raspones. Otro testigo (?) dice que yo fui a joder nada con las patinetas y que Johnatan me agarró en seguida para cruzar la carretera conmigo. Casi todas concuerdan en que yo el Mono (antiguo apodo basado en haber tenido el pelo rubio) atravesé la carretera con el Johnatan, pasó un bus y me atropelló. Casi todas, porque la vieja Ana María dice que el bus me llevó desde la carretera al mismo pretil, no sé porqué cada vez que pienso en eso me remonto a la primera vez que la oí contar eso, que me imaginé el bus como a 120 Km/h, quiso frenar, perdió el control y podía verle la expresión de terror en el rostro, intentó de todas formas detenerse en vano, dió un brinco y 2 vueltas en el aire con el motor envuelto en llamas, cae al suelo y me da del lado lateral hasta quedar inconsciente. Claro, por eso era que no me había quemado, era mi deducción. Eso es lo malo de leer y escuchar muchos cuentos en la infancia.

Ahora continúa la parte de la historia en que pocos narradores se ponen de acuerdo: el choque. Para algunos, yo crucé normal, agarrado de la mano con Johnatan, el bus venía más o menos rápido, yo no lo vi, Johnatan me soltó del susto y cuando voltié a verlo, ya era muy tarde: el bus me había atropellado con la costilla. Para otros, yo crucé con Johnatan sin estar agarrado de la mano con él y después el bus me llevó por andar descuidado. Unos dicen que Johnatan me llevaba de la mano y ninguno de los dos nos dimos cuenta del bus hasta que Johnatan cuando percibió que se acercaba algo me soltó y corrió hacia el otro lado de la calle, yo quedé como un marica en la mitad y pasó el bus. En fin, ese es el gran enrredo, porque Johnatan dice que no se acuerda mucho de eso por el mismo miedo de verme muerto, como todos me suponían, ahí mismo. Ahora, dicen que Johnatan se desmayó, nadie dice nada en relación a eso, pero lo siguiente sería ya en lo que todos están de acuerdo, cuando el chofer me cargó y me montó en el bus, que no llevaba sino unos cuantos pasajeros que inmediatamente se bajaron, el chofer encargó al cobrador a montar en otro bus de la misma ruta a los pocos pasajeros que se embarcaron en uno que venía atrás, de un amigo de él, mientras empezó el recorrido. Primero llegamos al FIRE, donde el señor me dejó en cuidados intensivos, me mantuvieron estable por momentos para después trasladarme a la Clínica Madre Bernarda, donde tampoco habían los elementos en esa época. El FIRE es un centro para epilépticos y otro tipo de cuestiones neurológicas, pero al menos evitó que empeorara, como me contó una enfermera semanas después. En la Madre Bernarda, el chofer se encaramó en otra ambulancia conmigo y otros auxiliares, directo para el Hospital Universitario, que era el más dotado de la ciudad. Mientras íbamos camino al Universitario, en el otro extremo, el viejo Víctor se estaba muriendo de la angustia, todos en el barrio estaban al lado de la carretera comentando el acontecimiento, mirando la carretera y los buses mientras charlaban, mi abuelo se recriminaba el haberme dejado ir a acompañar a Johnatan, se quería suicidar, pensaba únicamente en el momento que llegaran mis papás, en lo que le iba a decir a mi abuela, y en las palabras de sus hijos como "¿papá, por qué lo dejaste salir?" y "viejo, mataste al pelao".Seguramente ha tenido que ser horrible estar allí, en su lugar. Cerca de allí, el Doctor Fandiño, neurocijano y director del FIRE, se enteró de quién era el niño que habían mandado para la Madre Bernarda, era el hijo de su colega: mi papá. En la Madre Bernarda, pegaron el grito en el cielo por tratarse del hijo de un médico bastante querido ahí: mi papá de nuevo. Se lamentaban que tanto él ni ella estuvieran al tanto de la situación en esos instantes, sólo habían pasado 30 minutos cuando ya mi papá me esperaba en el Universitario, donde estaba dando clases. Cuando se enteraron dónde me habían encarcelado, familiares de este mundo y del otro llegaron allá, y vecinos también. Mi tía Mercedes estremeció a Johnatan con tal impotencia que le decía "tú hijueputa, tú mataste a mi sobrino", nojoda, si yo me hubiera desprendido del cuerpo por esa vaina del cordón de plata y el viaje astral, y hubiera tenido la oportunidad de ver ese show, estuviera cagándome de la risa más que ahora, sólo recordando; después esa zarandeada, la cogió con el Larry (QEPD), quién sólo me traía una sopa porque pensaba que no era nada grave y se acordó de un día que hicimos un sancocho -uno de Angeles Somos- en el que recolectamos un poco de ingredientes y me quedaron gustando las sopas saladas. Después que se tranquilizó, vino la estremecida de mi mamá y mi abuela para con éstos, ninguno más de los pelaos fue tan marica de ir ese día y llevar del bulto ¿por qué nadie presentía que moriría y que reviviría otra vez como Kenny ah?

Cuando abro los ojos, veo un montón de personas en una ventana viéndome, como si yo fuera una mascota o un experimento, presentía lo peor, que todo era una conspiración de los extraterrestres de V, la batalla final, película no había dejado dormir en años, desde el 90 y 91, que la estaban retransmitiendo, me imaginé que había sido obra de los dinosaurios que se ocultaban en las cuevas, haciéndonos creer que había evolucionado para después controlarnos cuando tuvieran la oportunidad, después comprendí que sólo había humanos y máquinas: sería transformado con ingertos de partes mecánicas, cibernéticas a la explosión en la que no recordaba que había estado, porque sentía todo el cuerpo adolorido, pero, ¿por qué tanta gente en la ventana observando? No los conocía a todos, además de que veía doble, todo eso me azaraba, comentarios como: "ay, ay, está abriendo los'ojo al fin", después entro mi mamá con un garfield de juguete que no recuerdo quién me había regalado. No dijo nada, pero nojoda, el garfield me había pueso a pensar más en mi futuro y en lo que había sucedido, deduje que sería entrenado para ser pirata, cuya profesión era una de las más valoradas, respetadas y anheladas por niños como yo, sólo era comparable a ser conductor de patinetas de balineras, explorador o conductor de carros de carrera, una profesión, una carrera, un proyecto de vida respetable. Yo presentía que en Cartagena no se habían acabado del todo las épocas en que habían batallas navales en las playas, los cañones hundiendo barcos, bandidos escapando con tesoros, mapas y todo lo demás que se siente en el olor de las calles del centro y cuando ves las murallas huecas por los ataques de los filibusteros y corsarios.

La gran decepción fue cuando mi mamá, con otros juguetes me decía "nene, me puedes decí algo?" y ajá, yo intentaba hablarle, pero no me salían las palabras, estaba con unas sondas que me llevaban la comida al estómago. El aire, no sé cómo intenté tomar aire con los pulmones vueltos nada. Bueno, la decepción empezaba cuando me dijo "hijo, te atropelló un bus. Quédate quieto, no hundas ningún botón ni muevas nada, que ya te vas a recuperar". Refunfuñando como un perro y como mi abuelo, me dormí, para levantarme dos días después. A propósito de mi abuelo, el mismo día, el pobre viejo se había ido para el monte a esperar sería ya la muerte, no le dijo a nadie, para dónde iba ni hablo más con nadie; se perdió por dos días, hasta que al fin lo localizaron en la finca, barbón y ojeroso, preguntando por mí, y cuando le dijeron que estaba delicado y que todavía no me había levantado, dejó caer el pocillo de tinto que tenía en las manos y se fue a ver unos gallos que jodían en el corral sin responder nada. Así duraría 2 meses, hasta cuando se encontraría conmigo en la finca y regresaría a la casa de nuevo con nosotros.

El marica del Larry seguía llegando todos los días, Johnatan también, a llevarme sopa que después me la metían por la sonda esa, pero eso no evitaba que los estremecieran a ambos como muñecos viejos, así como los del 31. Seguían llegando regalos y personajes que estimaban mucho a mis papás, por aquello de ser uno algo como su prolongación, entonces, muchos diálogos iniciaban en "¿cómo es que se llama el pelaito?".

Los días iban pasando y me iba poniendo de mal genio, sólo deseaba dos cosas: salir de ahí y recibir más regalos. Era un verdadero castigo, me preguntaba el porqué, por qué yo, por qué era precisamente yo el que tenía que estar ahí encerrado dañándome todas las vacaciones, por qué yo tenía que comer esa comida tan fea, ¿por qué? Recuerdo la oración que hice una vez por la cualme gané el sobre nombre del ateito, con una monja, acostado y todavía emparapetado ya en otra habitación, recé: "Dios mío, si tú me quiere', y si soy tu veddadero hijo, haz que sadga pronto de esta miedda, es una porquería, tienes que probar la comida. No seas tan hijueputa, vo'a terminá creyendo que eres malo y que no existes, si de verdá existes, manda un rayo ahora mismo que me saque de aquí, como los de los OVNIS"; una monja que estaba relativamente cerca, escuchó mi "duda divina", se alteró, y empezó a hablarme de todo, después pensé: "Dios, me la sigues montando, esa es mala, así no se vale, no juego más, me salgo, eso es por decirte hijueputa, es que eres ardío". Dios, como siempre, nunca me contesta, de hecho, ninguno de los dioses lo hace, pero el secreto fue cerrar los ojos, imaginar que es tronco de cuento el que me echa y ya, dormir varios días. "¡Niño, no te me duermas!", eran las frases que la monja disparaba a la par de un chasquido de dedos, para que yo le contestara: "nombe nada madre, estoy es descansando los ojos, usté sabe que del accidente no puedo hablar ni ve' mucho". La hermana me convenció con la promesa de una gorra al salir de ese laberinto.

Un día sí amanecí con bastante rabia, porque me levantó el sentirme ahogado por una cantidad de sondas que me las saqué de un halón, con vómito incluido. Larry no me llevó más sopas porque pensaba que ya no me gustaban, y bueno, se acercaban el día de la salida. Unos cinco días más o menos antes de que me dieran de alta, mientras leía unos cuentecitos que aún guardo, sonaba el teléfono, no dejó de sonar por más de media hora, no invento, porque estaban dando en la televisión nacional King Kong, se acabó la última parte de la película y todavía timbraba. Tenía suficiente con esa porquería de programación para ahora mamarme el teléfono. Me solté la aguja del suero, me paré no sé ni cómo y contesté, hablando de medio lado, cosa que tampoco entendía. Era mi papá, quien me dijo "pensaba que te habías muerto, ¿por qué no contestabas?". Me dió más rabia porque pensaba que era algo en verdad importante y me senté en un sofá a taparme la sangre que salía del hueco de la aguja y llegó mi papá con mi mamá a explicarme todo bien. No entendía lo de la boca, y lo de la vista doble, sobre todo lo del aire, por qué no respiraba normal, y el aparato del cuello. En total, fue una fisura en el axis y no me acuerdo qué otra de las primeras vértebras de la columna, los pulmones llenos de flema, raspaduras en la cabeza y el resto del cuerpo, el ojo bizco por el golpe en la cabeza y una parte del músculo trapecio atrofiada, ah y por el mismo cuento del ojo bizco, la boca torcida, como si estuviera muerta, la "lengua pegada". Y solo los huesos ligados al cuero saben cuántos kilos bajé.


El vacile fue a la salida. Ya partía en dos al cilindro que me ponían a soplar para tener una idea de cómo estaba el asunto de los pulmones, no me aguijoneaban a diario y me habían dado un parche de visión en 2-D, para mejorar al otro bizco, al ojito de las sinvergüenzuras. Mi nuevo sobrenombre sería el Pirata, pero bien, la sacada de ese laberinto hasta la puerta fue en silla de ruedas, "¿no me la puedo llevá pa' la casa? Hey venga, pa' bajá la loma'e la calle'l barrio; ah y ve ve, pa'l colegio". Pareciera que todos estuvieran en mi contra, a favor de mi infelicidad, ya he contado aquí la cantidad de decepciones que tuve, ahora ésta, otra más y me hubiera ido de la casa a buscar mejor vida.

Al llegar, la cantidad de curiosos era extraña, porque no venía encajonao, o sea, en ataúd. Cuando pude saborear las sopas de la casa y otras comidas blandas como puré de yuca y papa, recordé lo que era comida, la gran pregunta era entonces ¿qué carajo era lo que comía antes? Quién sabe, pero comida no era. En el pasar de los días, licuaba las sopas con todo y carne, pescado y demás, llegaba una fisioterapeuta que me ayudaba con ciertos movimientos de los que había perdido habilidad, de la misma manera, empecé a practicar -según yo- boxeo, para distraerme y no salir de la casa, utilizando elementos caseros y hallados en los espacios recónditos de la casa, esos esquineros paraísos arácnidos, los rincones empolvados, de ahí fue que armé la mini-lona, una tula militar que era de un tío, la cabuya que quité de la hamaca y unos guantes de fútbol regalados; no sólo fue por razones médicas esto, sino que estaba perdiendo average para el juego de la pila en el colegio, había que salir ileso sea como sea. Después sería la natación, pero eso se sale del límite de éste escrito. Siempre andaba con hambre, parecía como si no hubiera comido en un mes, hambre vieja, como somalí, era una de las mejores partes, porque me iba con dos bolsos al colegio, el de los libros y el otro maletín lleno de las maldades que me hacían en la casa: plátano en tentación, yuca sancochada con suero, chocolates, arepas de dulce, queso y carne, chocolates (¿ya los mecioné?), merengues, salchichas, panes de mantequilla, carne molida, atún y sardinas, entre otros manjares de la infancia que si sigo recordando, me cortaré del filo; es que no era sólo eso, sino también la plata de la cosita, que bien si quedaba fallo, con hambre, me la gastaba en la tienda, bien me las gastaba en bolitas uñitas, calcomanías para el album o cartilla del momento y demás vainas que te llaman la atención cuando pelao. En la casa quedaron como traumatizados por el episodio del bus, es probable que haya tomado esa ruta varias veces, con el mismo conductor, y ni me haya dado cuenta, nunca lo conocí, pero iba frecuentemente los días en que andaba por cuidados intensivos a ver si necesitaba algo y cómo estaba, del resto, se encargó él. Mi abuela me contaba que el tipo estaba con los ojos aguados esperando noticias del médico, nunca hablaba y su familia iba a veces a hacerle compañía y traerle comida, y que cada vez que pasaba por el frente de mi tía Mercedes, ésta lo repellaba y le decía que lo mandaría a la cárcel por 200 años; esos instantes han tenido que ser para grabarlos, publicaría algunos fragmentos en You Tube, cosa de compartir esas cagadas de risa con el resto del planeta, sería un 5 estrellas enseguida. Por esa especie de trauma que dije rondaba la casa por esos días, mis salidas eran limitadas, además que siempre me sentía fatigado. En la primera ocasión que pude encontrarme con todos los que andaba, empezaron a preguntarme sobre lo sucedido, y yo les respondí "nojoda, eso vengo a preguntadles, no me acueddo de na", ese fue el momento que dió inico a la variedad de leyendas que hoy día trato de articular para exponerla aquí. Cuando Katerine se me acercó, recuerdo que el Chino le dijo: "bueno y tú no y que era' lesviviana? Eso es malo pa' ustedes así". Inmediatamente el ojo que tenía destapado se abrió y agregué: "¿eso es lo mismo que hornosensual como el Johnatan? ¿Cóm'así? Me tienen es cabriao con esa maricá de los horno', too podque son de diferente' madca".

Lo de mi abuelo fue cosa aparte, porque no me enteraría de por qué no estaba en la casa sino seis años después, en el '99, que no sé cómo llegó el tema a la conversación y mi abuela me ratificó eso. Después comprendería el día en que fuimos al monte y lo encontré allá, luego de tres meses sin verlo desde el accidente, cuando me cargó y me abrazó, e, inexplicablemente en el instante, tenía los ojos húmedos, preguntándole me contestó que era por la arena de la brisa.

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Fotos
1. Pelando los dientes como un perro rabioso, 3 meses después del accidente. Los estaba mudando de forma masiva. Ya para esa época las salidas eran como antes (véanse los bollitos en el cuello del bochinche y el cuento).
2. Un mes y medio más tarde. Convertirse temporalmente tuvo sus privilegios (ver gorra, no pantaloneta noventera de colores fulminantes).
3. Un mes después. Campeón de la categoría junior en el torneo de fisiculturismo Mr. Playa.
4. Gimnasio boxístico distrital Niño de hierro (véase el tatuaje de presidiario Bazooka Joe Bubble Gum en el brazo, resaltando el encarcelamiento sufrido y su significación existencial).
Lástima que perdí las fotos que les había tomado a todos bajando la loma de la calle en las patinetas de balineras. Pero ajá, hay otras que tengo que escanear, apenas van 289 de 14642 que he contabilizado, en papel fotográfico, la digitalización es cosa seria.

4 comentarios:

TwoFingerCocktail dijo...

Jocosa la idea del mierdómetro. Util en muchas ocasiones por supuesto.

Me pregunto cual de tus amigos "hornosersuales" se habrá inventado el maricómetro? como funciona el maricómetro?

TwoFingerCocktail dijo...

Recién me topé con alguien que tiene un cachacómetro... jajajaja

Malapalabra Cuesta dijo...

Hey sabías k a mi hermano también lo cogió un bus, pero creo k d nuevo boske. Afortunadamente a él no le pasó gran cosa. Mijo bacana la historia.

fliba dijo...

shuata!
ahora que tengo que hacer un gigantesco trabajo de ecologia y describir como 80 especies y sus interacciones.. ahora justo me dan ganas de leer tus historias y cagarme de la risa

xD