Generalmente duermo entre cuatro y seis horas, donde tengo en ocasiones dos o tres sueños, que pueden ser fragmentos de eventos en el día, o simplemente ideas. Usualmente me levanto descansado.
Un día como hoy no amanecí así: el cuerpo me ha pasado factura, al parecer. Me he dormido desde anoche, a las nueve, y hoy no he hecho otra cosa que dormir. No he ido al trabajo (ha sido -de los que he tenido- uno de los que más me ha gustado), no he salido de la casa. Sólo me bañé, me afeité, me cambié, como regularmente haría un miércoles, pero ésta vez, para dormir.
Ni siquiera me siento enfermo, menos he soñado, mas creo que explotaré en cualquier momento y me iré a la calle, a buscar lo que queda del sol, lejos de la sofocación, del acelere, a calmarme quién sabe qué.
miércoles, 5 de junio de 2013
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