Hace un par de días se celebró el día internacional de la mujer, y para ser sincero, no veo mucho que celebrar, porque, a decir verdad, ser mujer, ehm... no digamos que es algo jodido, sino más bien algo difícil.
Veía mujeres (más hombres) mientras caminaba con flores. Aún no entiendo por qué las regalan. Llámenme estúpido emocional, ciego (lo soy, algo, lo acepto) o lo que sea, pero el día que comprenda qué significan, las regalaré con mucho placer. No comprendo todavía porqué debo quitarle la felicidad y la posibilidad a una abeja de alimentarse y trabajar para su colmena, como la posibilidad de reproducirse de la planta en cuestión, para regalarla, simplemente por hacerlo, a una mujer.
-Ah, es que tú eres un misógino! Estás pillado! Maricón!
No, no lo soy. Si lo fuera, no me gustaran tanto. Así que para qué vamos a perder tiempo discutiendo ese enfoque.
A decir verdad, lo que no me gusta es el papel de muchas mujeres hoy en día que se automarginan, solo por el hecho de serlo.
Yo soy un poco automarginal, porque me gusta, porque el transporte público no funciona, el internet reemplaza muchas facciones de la realidad que ahorran tiempo y porque se requiere mucho tiempo solo para terminar las cosas que tengo por hacer, o tengo pendientes. Me distraigo fácilmente. Qué se yo al final... Disfruto mucho de la soledad (maldito egoísta, jajajajaja).
Pero a ver, ¿qué podrían celebrar las mujeres en un día como el martes? Hablo del contexto occidental, o más bien, deporaquíoacá. Los cambios han sido muchos, digamos, desde la colonia. Ya pueden votar, pueden trabajar y pueden casarse y divorciarse cuantas veces quieran, y si tienen hijos, siempre tienen las de ganar; todo bajo el amparo de la ley. Sí, son más o menos libres al lado de los hombres, con ciertos privilegios, pero de lo que no son libres son de los prejuicios e imaginarios culturales. Sea cual sea la sociedad de la que venga (esto sí es casi que universal, y afortunadamente no es un trabajo en el que tengo que hacer 10 mil citas bibliográficas para escribir de lo obvio en unos minutos), son relativos los juicios y por lo general, al intentar hacer las cosas que los hombres realizan, llevan las de perder. No hablo de roles siquiera, sino de "trabajos de hombres". Con mucho respeto me parece estúpido que en pleno siglo XXI la gente se sorprenda, tanto en Cartagena como en Fort Lauderdale ver mujeres policías, bomberos, infantes de marina, soldados, empresarias y demás cosas "fuera de la casa". Hablo por experiencia propia, no porque hace seis años, en una manifestación provocada por algún imbécil con ganas de joder (algún día comentaré sobre eso y le pondré vínculo), haya sido perseguido por 4 ó 5 mujeres policías, no por mi gracia, sino por antimotines o ESMAD (otro día subiré fotos de la golpiza que me llevé), sino porque fue para los días de marzo, y porque siempre en los primeros días de marzo comienzan con especiales y documentales sobre lo mismo y lo mismo. Véanlo ustedes mismos a través del cable.
Pueden darnos paleras, pueden amarnos mucho, pueden hacer lo mismo que nosotros, pero ¿es solo en teoría o en la práctica igual? Aunque tengan la libertad de hacerlo, ¿acaso son libres de los prejuicios sociales?
Yo sigo creyendo que no. Y de tanto pensar en las mujeres y sus situaciones, quise hacer el ejercicio de ponerme en su lugar, y aunque sería una mujer horrible, ya que ni de travesti ayudaría, terminé soñando que era una de ellas, o de ustedes, razón por la cual me levanté a escribir ahorita, a las 3 de la mañana.
Legalmente, no son del todo libres. Digo, si a una mujer y a su pareja se les olvida o se hacen los idiotas con la planificación o la anticoncepción, ¿podrían tener la decisión de llevar un parásito por nueve meses (en el mejor de los casos) en su útero? La respuesta, para Colombia, y muchos países latinos y algunos estados norteamericanos es un NO. Te la metes, te la tragas, te la aguantas y ahora recordarás esa decisión por el resto de tu vida. Lo sé, es horrible, y, dado el caso esa mujer ya no tenga vínculo alguno con el padre (o en su defecto, no sepa quién es), o peor, éste huya, puede que lo lamente. Entonces, el hijo es un bastardo. Genial. Pero si se vuelve puta (cobra) es un hijo de puta, que no es lo mismo que hijueputa. Sea lo que sea, debe sentirse orgulloso de ser lo que es. Más si proviene de una puta, porque es el trabajo más antiguo del mundo, y su madre será solo una más de la tradición putística universal.
Aunque el engendro de Satanás sea a veces una excusa para salir de sus hogares a corta y adolescente edad, se debe es a la falta de oportunidades de reconocimiento al interior de sus hogares, me parece, como también ausencia de un futuro promisorio. Es al menos lo que he presenciado en algunos arrabales de ésta prostituta ciudad. Algo como "me fui porque salí preñá y estaba aburría en mi casa de mis papás que pasaban peleando", "a mi me violó mi padrastro", y otras razones que, además de bizarras son repetitivas generacionalmente, y tienen rasgos o características comunes, destacables entre tantas niñas preñadas o situaciones afines.
En lo militar, no pueden ascender a grandes puestos (¿qué pensarán nuestros enemigos de un ejército comandado por una mujer?). Y eso sí que es raro, en un país donde el 52% de la población (obvia y notoria mayoría) lo conforman mujeres de verdad. ¿Ustedes mismas se están condenando? ¿Por Dios, qué pasó con ustedes? ¿Qué les hicieron? ¿Qué se hicieron?
Lo de mujeres de "verdad" es, incluso, polémico. Porque ¿cuáles son esas verdaderas? ¿Cuáles son entonces las "falsas"? Bah, no nos pongamos filosóficos ahora con eso, pero me voy a referir a esas que se levantan a construir ésta país, o a deconstruirlo. Quién sabe a decir verdad. Si me preguntan a mí, lo que diré es que lo único que me hace diferenciar a un hombre de una mujer son sus factores biológicos, ya saben, gónadas, glándulas, etc. El resto es construcción social. Hagan lo que se les venga en gana. Pero, si me vuelven a preguntar que cómo las concibo, diré lo mismo. A lo mejor sea por eso que me llaman "seco", raro en esta región, porque las trato por igual, ni siquiera diferencio de si son hombres o mujeres, salvo en el gusto, eso sí es algo completamente distinto. Sería desquiciado desconocer que no me atraigan, como me gustan, y que eso influya en cómo tratarlas, y que si pasa conmigo, tiene que pasar con muchos, pero bueno, creo que a veces soy como asexual, jaja, o a veces hay momentos así. Supongo que seguiré así hasta que muera el animal haya muerto, como diría Borges.
Soy conocido por nada, a veces se equivoca de nombre el celaduerme y me llama por Víctor, Antonio, Angel, Manuel, son algunos de los nombres que me da este tipo, y otros. Pero yo tampoco me conozco del todo, y estoy seguro de pocas cosas sobre mí, y una de ellas es que por ser como soy, imparcial frente a los géneros (por esto mismo, descortés, desentendido, vulgar, y otros apelativos), decidí que el martes sería un poco más amable con las mujeres, sólo por ese día, por hacer el experimento. Pensando que habrían algunas conchudas que se querían hacer las vivas y aprovecharse del día, recordaría cada momento para escribirlo aquí. Así que como buen martes hábil, me levanté a las 5 de la mañana, hice mi desayuno, molesté a mi papá, y me fui a coger el bus a la esquina con tremendo sol de 7 AM. Había la misma cantidad de mujeres en la esquina esperando el bus, donde por lo general duraría una hora y media para absurda e infinta distancia al Centro, unos 11 kilómetros según Google Earth. 11 kilómetros apretado, de pie, sudando en ese bus, recorriendo la misma y maldita, diez mil veces maldita vía en la que he perdido miles de horas de mi vida encapsulado y enlatado, por la que se montan en promedio 9 vendedores, y con suerte, algún cantante, y otro ratero. El bus del martes estaba como nunca, atestado de gente, mujeres que se siguen montando al bus sin importarle el espacio o el tiempo, que es lo mismo, y la barriga de los tantos meses de embarazo que lleven: algún o alguna infeliz les cederá el puesto, es lo que piensan en verdad, o sino, como el del martes, no se cansarán de quejarse ya que en todos los puestos hay ancianas y qué casualidad, preñadas y paridas con anticristos en los brazos (disculpen por tantas referencias y nombres bíblicos, pero me está gustando la parte del apocalipsis). El ayudante del conductor embarca a una que tiene como 3 niños. Es una locura. Ni lo creo y mucho menos comprendo. El panorama es deprimente. Pero como yo me había propuesto no hacer mala cara a nada, ni distraerme con música que recordaba en mi mente y tarareando en el mismo lugar, mientras que deseaba sólo llegar, me encargué de los dos niños: iba de pie y los cargué todo el camino. Ni siquiera me dió las gracias por lo que tuve que aguantarme: dos criaturas que ni siquiera eran mías o presentaban parecido alguno a mí, que no hacían más que llorar y patalear como el resto de niños que gritaba en el bus. No me molesta que no me agradezca. Creo que es lo mínimo que por solidaridad podría hacer uno por otro en dicha condición, me explico: cómo agradecer lo obvio, o lo natural (?), no era mi trabajo, pero sí mi responsabilidad como pasajero o ciudadano. No soy hijueputa. A veces quizás. Cuando llegué al Centro, quise sentarme en una banca para descansar mi rodilla, pero apareció otra mujer (una muchacha) y con una sonrisa, le cedí la banca ya que me había estado viendo como ternero degollado. Pensé "bien, no es la única de la ciudad, debe haber otra cerca, aquí en el parque", y al no haber, me fui a la universidad, donde el profesor casi que no me deja entrar por cinco minutos de retraso y apareció otra compañera, a la media hora, a quien dejó entrar felizmente, solo por ser mujer. Era su día ¿Discriminación positiva? No. Nunca he comprendido esa indulgencia. Así fue todo el día.
A ver, sigo con esto. Muchos decimos a los 15 ó 17: "si fuera mujer, sería una perra descontrolada, ya me los habría comido a todos y habría conseguido muchas cosas con mi culo". Hoy está de moda. Mujeres, pueden serlo. Sobre todo si tu material de trabajo es tu cuerpo, que tienes que mejorar, Hay cirugías degradantes para todo. Te pones tetas (creas una telenovela del monotema colombiano), culo (para parecer costeña), te quitas esas grasas que ganaste comiendo morcilla y demás alimentos que tu cuerpo almacena para la posteridad (pero que nunca utilizarás) y que con tanto gusto devoraste pero que ahora detestas, y ya está. Mitad silicona y mitad humana. Más o menos es así. Otras dicen que está malo ser perra. Que desean mantenerse vírgenes hasta el matrimonio (¿es en serio?, porque ya reconstruyen el himen) ya que si no lo son, perderán su valor concentrado en la castidad que garantiza un pequeño tejido que intenta mantener a la vagina aislada, no a sus sentimientos. Imagínense, ¿qué dirán nuestras amistades? Y una mujer vale es por lo que mantiene entre sus piernas. Excelente.
Lo otro es el sangrado. Es como magia o la electricidad para mí. Funcionan casi igual: no comprendo cómo alguien puede seguir con vida luego de tener esas incontenibles hemorragias ¿No existe un switch? Lo peor es que puede ser motivo de burlas ¿Cómo puede traer burlas un manchado que ni siquiera controlas? Eso nunca me causó risa en el colegio el "mira a la otra, está como manchada, se cagó o algo jaja, se le olvidó la regla"¿Cómo puede olvidársele a alguien la menarquia?
Por último son las discriminaciones. No tienes que ir otro país, o asistir a conferencias para darte cuenta de ello. Digo conferencia, porque el año pasado llegó una negra que podía ser cualquier otra de aquí, de Palenque o Cartagena, Barranquilla o Marialabaja; así, que le pregunté por un salón donde se iba a llevar a cabo una charla, "¿excuse me?" me respondió. Claro, yo le hablaba en un castellano goppiao o costeñol. No hubo mucho que hablar, creí que era sanandresana y resultó siendo canadiense y la persona que daría la ponencia a la cual también yo asistiría. Habló de feminismo y racismo, traducido por mi oido, creo que quiso decir lo siguiente en uno de sus comentarios: "(...) no fue fácil para mí trabajar en Estados Unidos: al llevar mis CVs (hojas de vida) a las vacantes de empleo, y por mi nombre que es raro [no me acuerdo cómo era], con tantos títulos y diplomas; al momento de seleccionarme y asistir a las entrevistas de trabajo, no pensaban que se trataba de una mujer y mucho menos, negra. Así que fue un poco difícil, hasta que me interesó un trabajo en una universidad y le di mi testimonio al director de recursos humanos: mire, a mí interesa trabajar aquí, siempre me llamó la atención, pero comprenda, ya llevo mucho tiempo aquí en los Estados Unidos y yo no vivo aquí, soy canadiense, y no he conseguido un empleo, que, con mi hoja de vida se adecúe a mi interés, y si usted va a hacer que pierda el tiempo aquí, le pido por favor que lo reconsidere. No ha sido fácil y me estoy gastando mis ahorros en esta aventura. No ha sido fácil tampoco porque soy mujer, para aumentar una doble discriminación, soy negra, y no tan joven. Tampoco le estoy rogando. Solo que no me haga perder el tiempo si se va a dar con rodeos (...) Fue de los primeros trabajos como maestra tuve en una prestigiosa universidad de los Estados Unidos. Quería conocer ese medio. Salir y trabajar fuera de Canadá por un tiempo". No sólo pasa allá, en toda Norteamérica (Canadá y EEUU), y el primer mundo en general. Acá, donde el 80% de la población cartagenera es afrodescendiente, igual. Así que ¿de qué independencia de pensamiento hablamos? ¿Cuántos títulos y diplomas requiere una mujer para entrar al mercado laboral? ¿Son más si es separada, negra, parida, cabeza de hogar, madre soltera, piensa distinto, tiene otra religión, discapacitada, o vieja?
Como adición tenemos a las mujeres como posesión. Recordemos que la ley mosaica castiga si deseas la mujer del prójimo, más no castiga a la misma que desea al varón de su congénere. Aunque si a ella le gustan las mujeres, sí entraría dentro de esa categoría. Sino, entonces estaríamos de acuerdo con algo que dijo Borges respecto a la inexistencia de ese décimo primer pecado. Aunque el que yo conozco es "no dar papaya". Así que sería como el décimo segundo, quizás. Pero no está registrado ni en la torá ni en el Nuevo Testamento. Además, que más adúltera que María Magdalena, quizá no hubo como esa ramera (y no lo digo yo). O promiscuo como el Rey Salomón, que tuvo 300 esposas oficiales y más de 700 cocubinas, sin derecho a emanciparse. O tal vez María, la del Túnel, la novela de Ernesto Sábato, hubiera sobrevivido a la muerte causada por los celos de Juan Pablo Castel, si por aquellos días se hablara de poliamor. Es un neologismo apenas. Y yo, no hubiera sacado un 3 en tal aseveración para mi clase de castellano en el colegio, hace más de 10 años.
Son solo mis opiniones o concepciones personales. Nada más. De mi ser no se mueven, pero ojalá sí muevan a alguien, y no ésto aquí, sino una trabajo serio que vengo realizando, con referencias y tal, jaja. Aunque tengan que ver con otras vainas raras, como el día de los niños, el día del amor y la amistad (que debe ser todos los días), los cumpleaños y cosas así. Sin decir lo raro que un hombre pelee por y para las mujeres, jajajajaja.
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2 comentarios:
Leí de rapidez tu entrada, pero prometo leerla un día de estos con más calma. Habiéndola visto por encima, lo único que tengo derecho a comentar es decir que no puedo estar más de acuerdo contigo en lo que expones. Las mujeres con esa pendeja discriminación positiva se están auto-marginando. Que si son inteligentes, hay que magnificarlo porque son mujeres, que si son excelentes chefs igual porque son mujeres.
Nojoda, esa automarginación las tiene tan mal que inclusive en moda o en cocina, que se supone que desde la edad no se qué era de las mujeres, se están dejando ganar de hombres como Alfredo Barraza (bueno quién sabe si sea hombre jaja) o Harry Sasson.
Este es el momento para que ellas tomen las riendas de su propia vida y dejen de pensar en un man que las va a mantener, en un man que les va a complacer todos sus caprichos y necesidades, y lo peor: en nunca separarse de él o sino quedan mamando y para buscar trabajo la situación es peor que un hombre que no llegó a quinto de primaria. Y no es porque sean mujeres, sino porque quedaron flojas y malacostumbradas.
Es como dije una vez en mi blog: cualquier imbécil pensaría que en Ingeniería Mecánica hay discriminación porque hay una mujer por 50 hombres, pero esto sucede realmente porque las mujeres piensan que es raro para ellas pensar en lubricantes, ejes, y mucho más si se trata de meter un eje lubricado en un anillo jajaja.
Pero cuando dejan de lado esas cucarachas que llevan en la cabeza, y se atreven a estudiar esta carrera de machos, son muy buenas y nos dejan el polvero.
Perdón por el comentario tan largo jaja
Es tu opinión. No te disculpes por la extensión del comentario :)
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