sábado, 19 de marzo de 2011

(e...) I

Mi amiga Diana Marcela me invitó el miércoles pasado a un conversatorio sobre homosexualismo y religión (es), al que no pude asistir por cumplir otros compromisos. No obstante, me hubiera gustado ir y escuchar algunas de las opiniones humanas en tiempos de la ausencia de Dios, sobre ciertas disidencias o prácticas sexuales. Me hubiera gustado mucho ir y escuchar lo que los humanos dirían a eso, al ser un tema polémico estoy casi seguro que el debate estuvo muy acalorado. Es el tipo de eventos que pese a lo que a uno le cuenten, a favor o en contra, no cambiará el lamento de no haber participado, ese sentimiento voyeurista que alimenta pero no sacia los apetitos y placeres de una curiosidad que sufre de desnutrición eterna, como la mía; el ejemplo del gato -quien murió a causa de ella- enseña a ser precavido, mas no inquieto, la necesidad de conocer es un hábito que raya con las malas costumbres o mañas. Quién sabe de eso, a decir verdad. No importa. Estoy bien así. Sin embargo, Diana trabaja en un colectivo en donde disertan sobre las tendencias sexuales y la afirmación de las comunidades LGBT en nuestra -amurallada de prejuicios y anacronismos, ciudad. Ignoro por completo si ella hace parte de dicho estamento, legalmente hablando, pero es una persona muy especial que he aprendido a querer (se deja querer) no sólo porque es indlugente conmigo y mis irresponsabilidades, groserías o cosas de alguien muy fresco o desententido de los asuntos cordiales y protocolarios, sino por su forma de ser: muy dulce y agradable, que a pesar de mi ingratitud como amigo (no me recomiendo: me pierdo), siempre está pendiente de lo mínimo, todo lo contrario a mí, es muy atenta. Empero tantos antagonismos, tenemos algo en común: a ambos nos gustan los Estudios Sociales o Culturales, aunque el último término sea más problemático, le llaman mucho la atención a ella, a mí no tanto, los Estudios de Género, es lo que trabaja en la universidad y en el colectivo con el cual está en asocio. En la tarde, preguntándole sobre el conversatorio, antes de asistir a la Liga de Atletismo de Bolívar, para cumplir con una cita que nunca se dió, se cayó la conexión, pero me pareció leer algo sobre LGBTI. Quise estar seguro si lo de la "I" al final de las iniciales era cierto, considerando mi desconfianza en mis ojos y su pobre vista, por lo que qusie confirmarlo con otros recursos académicos que tenía a la mano, y sí, Diana tenía razón; cuando compré El Teso y leí las siglas corregidas: LGBTI, allí estaba esa misteriosa I. El diario no decía nada, salvo nombrar un desfile de orgullo LGBTI en Brasil, y una cantidad de muertos que alimentan otro tipo de morbo que no me llama la atención, y, al respecto, son más las imágenes que la información alusiva (en oraciones coherentes, qué se yo) o descriptiva de los hechos. Aún así, no pude encontrar el significado de la I, y con tantos nombres y definiciones que no aprenderé ni siquiera en 150 años, perdería mi tiempo adivinando o deduciendo, porque se me dió por pensar en los nombres que saldrían diariamente para prácticas o preferencias sexuales de acuerdo a las investigaciones o estudios sociológicos.

Apenas eran las 5 de la tarde [y puedes volarte éste aburrido e insípido párrafo, que nada tiene que ver con los otros] y mientras convertía a El Teso en algo más útil, como sombreros para el sol, bolas de papel para llamar la atención de alguien sin gritar, esperaba al grupo de personas con las que había quedado de encontrarme en el estadio de atletismo. Nunca llegaron, pero acordé con otras, así que no perdí la ida. Nunca dejaron de pasarme por la cabeza aseveraciones o ideas al azar de lo que podía significar la "I" mientras intentaba resignarme a investigar en otro momento, pero inconscientemente estaba la lluvia de tonterías relacionadas con la I que no voy a nombrar por cuestiones de ánimo. Así que maté el tiempo viendo a los atletas correr, saltar y hacer otras actividades; pero, no pude quedarme sentado y comencé a caminar las instalaciones: el campo Marte, la corredera de salto, las vallas, las gradas, el gimnasio, las oficinas... Hasta que descubrí dos muchachas besándose debajo de un colchón donde caían luego del salto con garrocha. No había notado que la mayoría de los atletas presentes esa tarde eran mujeres, jóvenes, por lo que me disculpé con la vergüenza del que no se sobresalta, y me devolví a seguir mi propio recorrido. Volvió a invadir mi cabeza la pregunta por la I, y al cabo de 4 ó 5 pasos, la ignoré nuevamente, porque lo único que me sorprendió fue no preguntarme por cantidades o cifras ambiciosas e inútiles, como el porcentaje de grama saludable en el campo Marte en contraste con la seca, el porcentaje de la población entre los 15 y 18 años, femenina y masculina con inclinaciones homosexuales o bisexuales, etcétera. A veces pienso que debí estudiar estadística, para darme cuenta que es imposible hacer un registro de todo lo existente en el Universo, o contabilidad. Pérdidas de instantes, espacios, o lo que es lo mismo, tiempo. Fenomología del desgaste o aburrimiento.

Ya en la madrugada, tomando el mismo camino que pasa por ésta casa, en el mismo e idéntico carro de Nando -y sus putas- que siempre me ha traído, veo a la izquierda una mujer, a la entrada de un bar, que se estremece a unos cinco metros, cayendo, o intentando no hacerlo, sin garbo alguno, impulsada por una fuerza exterior que inmovilizó a todos los que estaban allí -como a ella-, hombres en su mayoría, mientras el guardafango de una, de las dos camionetas de alto cilindraje que allí estaban, le servía de ayuda para evitar la caída provocada por uno de los hombres allí presente (el novio quizá, demostrándole su salvaje afecto) que le había dado tremenda cachetada. Un silencio de suspenso se apoderó unos cuantos segundos de la escena congelada a favor del ¿qué debemos hacer? Aproveché para analizar numéricamente la situación, y mientras ella era una, de las 4 mujeres que habían en la puerta, otros 12 tipos están inmóviles, ahí, en las afueras del negocio. Inmóviles, inexpresivos en esos segundos que parecían minutos que transcurrían cuadro a cuadro: eternos. Hasta que irrumpió en aquél silencio papal el agresor -a quien le detallé también un revólver en la pretina del pantalón, cerrando la puerta de la misma camioneta donde la muchacha buscaba apoyo. Así que el hombrecito comenzó a decirle en un tono de voz muy alto, que a lo mejor, llegaba a oírse a unos 100 metros de distancia, tal vez, yo sólo estaba a unos 5 y podía hasta sentirle el aliento a mierda y ron enguayabado de dos días, en tanto que la mujer seguía paralizada en la posición que quedó, no cayó, y el resto de los allí presentes: hacerse los de la vista gorda y no meterse siguiendo el sabio dicho que reza: "en peleas de marido y mujer, que nadie se meta", al menos que alguien se encuentre en un verdadero peligro de muerte, no de injurias, heridas sangrantes, entre otros resultados. Todos siguieron lo que estaban haciendo, incluso yo, seguí mi camino, pero advirtiendo el revolver, en serio pensé que la mataría, llevándose a otros, a lo mejor, por delante, pero no quería suponer más nada, en el momento, en tanto que él le gritaba: "¡que no voy a comer nada!, ¡ni una verga!, ¡qué perro ni qué hijueputa!, ¡no me jodas más, que yo sólo voy a mear, como un hombre, como un varón!, ¡déjame en paz!". Durante aquellas aclaraciones, exigencias y demandas del muchacho, miraba a todos lados, a lo mejor, a sus amigos, quienes intentaron mirar incómodamente hacia otro lado, y, como yo, otro tipo, pero desconocido que siguió su camino, como si nada hubiera pasado, como si una vida no hubiera estado a punto de perderse.

Ahora yo me pregunto: ¿es esa la mujer que debe defenderse? ¿Es esa la mujer amparada en la constitución política? ¿Es un humano, u otra categoría, a saber, mujer? Me hice el de la vista gorda, por obvias y deshumanizantes razones, como hicieron los demás, ¿incómodos? Nunca lo sabremos. Tal vez sí, tal vez no.

En mi afán, 5 metros después, por acelerar en el carro de nando sentí que se me estallaron unas vejigas en los pies (por las putas, yo creo), ya saben, esas bolas (...) Inevitablemente me acordé de un dicho que tiene mi abuela donde reafirma su seguridad: "¿bueno, y de cuándo acá yo he necesita'o de vejigas pa' caminá?". Ni yo, ni ella. Pero me queda en duda si acaso el hombrecito aquél sí necesitaría de esas bolas para andar. A lo mejor era lo que preguntaba con la mirada a sus compinches, luego de acariciar a la otra muchacha con tanta intensidad que le rompió el labio y casi la tumba: las ganas que tenía amarla, posiblemente. Y, ¿por qué no? Ella de ser amada.


De todo hay.

Sí. De todo hay. Y así, cuando llegué a la casa encontré además que la "I" se refiere a Interesexual, esto es, la condición de presentar simultáneamente características fenotípicas de ambos géneros, en mayor o menor grado, las cuales, también son variables de acuerdo al individuo. Hermafrodito/a. Pero entonces aparecen aquellos que intentan llevarlo a un plano más abstracto y no se limitan a las diferencias físicas, es decir, ambigüedad sexual no genética, ¿pero no serían entonces bisexuales? No, ¿o sí? Se consideran a sí mismos en fase (¿perpetua?) experimental frente a los géneros. No obstante, están igualmente los "raros" o "queers", (Dios, ¿cuántos son?), que pueden ser afeminados, masculinizados, todo va en el interés y fin último del sujeto en cuestión, que pueden ser homosexuales o pueden no serlo. Pero nos estamos saltando a las feministas radicales que, como Christine Alder afirman que inclusive el modo cómo están organizadas las siglas, el macho intenta sobreponerse a la hembra, expresando sus ínfulas de dominio patriarcal, apoyado en una mayor fuerza muscular, blablabla. Otros dicen que se organicen las siglas de acuerdo a los que se fueron organizando en razón a su orientación, atracción o identidad, en otras palabras, los que más asociados y organizados tengan. Ah, pero empleamos los términos atracción e identidad, los cuales, generan otro debate igualmente sobre los que sienten atracción mas no identificación con el sexo opuesto, y viceversa, y así aparecen los transgéneros, que no quieren ser llamados transexuales ni travesti, por lo que se le debe agregar otra T a las siglas. Todos reclamando igualdad de derechos como los heteresoxuales, entre otras cosas a las que accedemos "ciudadanos de primera", con una ciudadanía de "primera" muy dudosa (...), porque así es en este país y en otros del hemisferio occidental: los otros ciudadanos que se jodan. Todos contra todos. Todos contra todos en su propio interior organizacional. Como los pansexuales, que no se adhieren a ninguna exclusividad de género, sino que "consideran al ser por su estética particular, sus propios cánones...", los éticos de las relaciones poligámicas que se hacen llamar "poliamorosos", poliamorosos heterosexuales, poliamorosos bisexuales, omnisexuales (que se comen de todo y con todos), asexuales (que se niegan)... Todos son humanos, en suma, pero no todos tienen los mismos derechos y sea como sea, trabajan por una visibilidad, aclarando sus preferencias y/o identidades dentro de ciertas defniniciones; pero ¿saben una cosa? Sinceramente, pienso que todas esas definiciones lo complican más, además de hacer muy ambiguos algunos conceptos, aunque sean necesarias las clarificaciones, para métodos prácticos no veo muy útil una bandera con todas esas letras, ya miren por donde vamos LGBTTTTPIPAOP o algo así, y creo que me volé algunos. Vayamos al absurdo: imagínense que definamos los gustos sexuales intentando una generalización de acuerdo a sus orientaciones, así, por ejemplo, a un tipo heterosexual, que le gusta agredir a las mujeres (sea cual sea su orientación), y le gusta a veces experimentar con animales, pero sólo oral, y le gusta mantener relaciones abiertas con mujeres (que también prefieren a los tipos de esa calaña, y con otras parafilias, como el sadomasoquismo y la coprofagia), sería llamado algo así como heterozoopanoral violento, o igual una tipa con atracciones similares. Y así, una clasificación taxosexuanómica de la especie humana, que a lo mejor podría exigir representación ¿quién quita? Ya hay algunos que se sienten minorías, se han pasado para el otro equipo, el LGB... etcétera (ustedes me entendieron). Mientras que otros se han organizado a favor de la pederastia, trayendo a colación diálogos platónicos como El Banquete o del Amor, como también el de Menón y así, elementos argumentativos con más de dos mil años de antigüedad. Es, todos contra todos al parecer.

Cuando se fue la noche, no Mónica, me di cuenta que me habían llegado mensajes de felicitación por el día internacional del hombre, por Lesbos, digo, por Dios, ¿qué hemos hecho para que les gusten tanto las cachetadas? Es lo que pienso apenas media hora después de haber llegado a casa. A mí que me saquen de ese género, no comparto ciertas opiniones. Prefiero ser A., no por mi nombre, ni tampoco esa especie de sociopatía que automargina, aceptándola un poquito (bueno, asocial también), sino por asexual, creo que me va mejor ahí, así escapo de ciertos géneros y (re/de)construcciones sociales que son los dos que se limitan a aceptar. Me niego a encasillarme en esas identidades, pese a mi orientación. Aunque pensé de momento en intersexual, por lo que dicen de estar experimentando, no sé, al parecer son actividades lúdicas, pero no me siento atraído por hombres, y mucho menos por mujeres que poseen un cromosoma Y extra por ahí. Así que me quedo en mis esporádicas ataraxias, y explorando placeres, entre el voyeurismo cognoscitivo y los elementos que la realidad nos da.

P. D.:¿Será el fin del tema de la "I"?
Para mí sí. Llegué a considerarla una mala calificación del sistema educativo en primaria. La cual, significa: Insuficiente. Los que sacábamos ésta nota con cierta frecuencia, teníamos que cambiarle el sentido para distraernos mientras sonaba el timbre para ir a jugar béisbol, bate de tapita o microfútbol, entre otros juegos improvisados, así que era I para Inteligente, Idiota, Imbécil, Ilustrado, Iluminado, Ilegal, etcétera. Me quedo con la A, que también en primaria era una nota muy frecuente, como R, es decir "Aceptable" ó "Regular". Eran lo mismo esas dos.

P. D.: Creo que hay guerra de sexos a las 3 de la tarde por Venevisión, es una duda: ¿Aceptarán ellos que se integren los 14 adicionales? Es broma, lo de los 14 :)

2 comentarios:

Artume Lafaurie dijo...

Tan bello!
No me dejo querer, me quieren así no más!

Tienes razón en eso de que todos esos conceptos enredan mas la vaina, de por si ya lo esta. A veces yo misma me enredo. Imagina. Es mejor "comer de todo" y más nah, que nah. Pura palabreria esos conceptos.

Lo que se logra a veces con ello es reunir, agrupar, más bien, excluir un grupo de personas por su orientación de genero o sexual, en lugar de colocarlos en igual de condiciones que al resto, heterosexuales o lo que sean que sea.

Un abrazote, me encantó esta entrada, creo que porque mi nombre estaba allí. Kisses.

Unknown dijo...

http://www.facebook.com/10minutosde